Sueños

Sueños

¿Te acuerdas de los sueños que teníamos de pequeños… y no tan pequeños? Yo no soy capaz de olvidar cada uno de ellos; tu lengua recorriéndome con la brújula de tus ojos presente en todo mi cuerpo, en cada poro de mi piel. No podrás negar nunca cómo te recreabas con lo que veías frente a ti.

Read more
Instantes…

Instantes…

Lo dijeste. Creí cromprender, y aún ahora creo que lo hice. Lo sentí, y en ete momento, con miles de circunstancias que nos separan, o igual una sola… entendo su significado en nosotros. Dos instantes que al coincidir crearon algo monumental, grandioso: una conexión llena de esencia.

Tuya y mía. Nuestra.

Esa primera vibración al rozarse la humedad de nuestros labios y ser compartida tras tantos años. Ese primer abrazo a mi cuello mientras mis ojos no podían permanecer por más tiempo cerrados y al abrirlos…. esa puñalada al corazón. Esa que fue recibida con gusto y un anhelo que tanto tiempo se  había abrigado. Oculto. Pero al fin libre. Al fin se liberaba en nosotros. En aquel pequeño baño que nos escondía del mundo real que hasta este momento vivíamos. Por fin, parecía nuestra vida unida donde y cuando menos esperábamos.

Tuya y mía. Nuestra.

Tus manos querían acariciar mi contorno y subir a mi pecho, pero era la primera vez, escondidos de mundo, que también escondía sus ganas. Nuestras ganas. Mi cuello recibió tus manos que me estrechaban con cuidado pero con intensidad. Con deseo contenido pero arrebatado como seguro lo sentías en tu interior, como yo en el mío. La conciencia de la realidad me hizo huir. Salí y subí las escaleras intentando no tropezar. No mirar atrás. No pensar. Pero tus manos atraparon mi cintura desde atrás dándome la vuelta. El diálogo era inútil. Ambos queríamos, nuestros cuerpos cerraron el nulo debate que intentaban nuestras bocas, hasta que dejamos de pensar y volvimos a donde nuestras conexiones se hacían realidad.

Tuya y mía. Nuestra.

Todo se desdibujó más aún que la primera vez. Todo menos nosotros. Menos tú y yo. Si habíamos aguantado tanto, ¿por qué no dar rienda suelta a los sentimientos? Y de nuevo, el alrededor fue sólido, consistente, casi palpable. Con tus dedos aún enredados en mi pelo junto al cuello, vi fuego en tus ojos y fuerza en tu cuerpo. Te vi. Conmigo. Real. Un recuerdo constante que en sueños cada vez es más efímeros, pero al final siempre será…

Tuyo y mío. Nuestro.

 

 

Despertar…

Despertar…

Así. Con besos, caricias y arrumacos que provocan ronroneos estimulantes junto el despertar del sol. Da igual si entre nubes o no, porque él y yo juntos, deslumbramos para todos. ¿Lo notáis? Mi sonrisa. Su intensidad y nuestra felicidad. Despertares diferentes, de fin de semana, con trabajo o sin él, o quizá solo de momentos. Momentos que se guardan en una cajita preciosa en el fondo de nuestra mente, bajo la piel o sobre ella. En definitiva en nosotros. ¿Lo va notando ya? ¿Te pones en situación?

Conseguimos dejar atrás, o apartados lo suficiente, todos los problemas o inquietudes innecesarias para un nuevo día, un nuevo despertar o simplemente, algo nuevo. NUEVO en mayúsculas, con el significado que tiene crecer en compañía de tus labios. Tus caricias. Tu lengua y tus miradas. Siempre tus miradas, cuyo tacto es un despertar diferente. ¿No lo sientes tú así?

Despertares llenos de luz, escalofríos unidos a un calor interno diferente al de agosto. Porque los despertares del verano no son como los que se vienen contigo cada día. Cada tarde. O cada noche. Los despertares contigo deberían tener denoninación de origen, una manera diferente de llamarlos porque… son solo tuyos. Tuyos conmigo. Nuestros. En otra época los sentíamos en sueños, bajo las sábanas o sobre ellas. Daba igual si se componían de ti y de mi. Con ropa, sin ella, o solo retazos de recuerdos unidos a ensoñaciones. No importa que lo vocalices o no, ambos sabemos que es así. Que el sudor de nuestros cuerpos llevaba y aún lo hace nuestros nombres, nuestros deseos y nuestra imaginación del uno junto al otro.

Despertar con tu cuerpo sobre el mío. Junto al mío. En la imaginación o la realidad, solo tiene una explicación: nosotros. Tú y yo. Los dos. En esta vida o las venideras. Con recuerdos o sin ellos. Nuestros cuerpos seguirán reaccionando, conectando y sintiendo. ¿Lo notas? ¿Cómo se eriza tu cuerpo cuando piensa en despertar conmigo, rozarme o abrazarme mientras todo tú reacciona? Créeme, es una gran sensación… no la desaprovevhes. Igual, cuando menos te lo esperes, me puedo evaporar.

En mi cabeza.

En mi cabeza.

IMG_20151003_181143

Así. Cada noche. Sin que falte ninguna. A falta de de luz natural que me ponga en pie, tu recuerdo parece ser una obligación para que Morfeo nos abrace sin permitirnos despertar. Sí. A los dos. Sin aire que corra entre nosotros; ni aunque yo pudiera tener voz o voto, tampoco lo querría.

Un instante, no fue más. Uno en el que el mundo parecía desaparecer a nuestro alrededor y solo nos veíamos a nosotros mismos; juntos. Sin necesidad de más pero con carencia de todo. En un estrecho y angosto espacio pero que nos parecia infinito. ¿Acaso importaba el espacio? ¿Lo horizontal o vertical? No, nada nos importó ni dudo de que ahora lo hiciera.

¿Acaso importa?

Sé tu respuesta, o creo saberla. Lo que ocurriría en otra situación o incluso en otra vida. Solos, sin porqués, sin explicaciones ni deberes. Sin teorías  y sin futuro más allá del momento… ¿acaso no somos instantes? Cada noche me despierta el mismo sabor, la misma saliva que sé no es la mía, pero si sé a quién pertenece. ¿Lo sabes tú? Recurrente tu tacto, en ocasiones pesadilla, en otras sueño. Un diálogo conmigo misma mientras tú… tú sigues con tu vida y mi recuerdo se hace cada vez más volátil. Más efímero. Más relativo. De nuevo pensamientos repetidos que no obtienen réplica alguna.

¿Acaso importa?

Y una nueva mañana, una nueva semana o un nuevo mes, solo indican el cambio estacional. Porque tu cambio solo está en ti sin ser compartido. Lo haces tuyo bajo la única llave de tus pensamientos.

Mientras tanto la llave para estar en mi cabeza, la sigues teniendo tú. Tu cuerpo, tu piel erizada al recordarme, tu desahogo expresado con mi nimbre. En silencio, siempre en silencio. Mientras que en mi cabeza el silencio perdió la partida a tu nombre.