Grabado a fuego

Grabado a fuego

Sus dedos se enredaban con mis mechones. Y así, comenzaría un viaje que no parecía tener final. Años después, ese beso, esa mirada, esas manos…, seguían presentes como si hubiera pasado ayer, como si el tiempo se hubiera detenido. ¿Cómo era posible que un momento compartido siguiera presente en todo mi cuerpo y mi mente?

¡¿Cómo?!

Así, sin saberlo, una corriente eléctrica sin enchufes ni facturas de luz, entraba en mi vida para ser el punto de referencia desde donde se valorara un antes y un después. ¡Y vaya después! Soñar era un suplicio sabiendo que nunca podría ser real, que las bifurcaciones de ambos iban en direcciones contrarias, tanto, que desconocía si para él era solo un recuerdo, o eso que pasó en aquel momento de aquella época. Me negaba a ser solo eso, una reminiscencia, una muesca, un eso que pasó. Pero aquel pensamiento era creado por mi mente, no el corazón, ese que palpitaba más fuerte y rápido cuando pensaba en aquello; cuando veía sus señales de vida por alguna red social de todas las que hay. Quizá no pasó, ¿o eso es otra estratagema de mi mente en su intento de salvarse a tiempo de un barco que se hunde sin remedio ni vuelta atrás… Y de nuevo ese atrás, pero ¿no es de eso de lo que se aprende? Y lo aprendí de ti, de nuestro momento, de ese que quedó grabado a fuego sin poder evitarlo.

Pero tú sí lo evitaste; que fuera más de lo que en realidad fue. Conseguiste guardarlo en un pequeño recodo de tu mente, al que solo accedes, cuando lo necesitas o tienes tiempo. Mientras que yo siempre lo tengo presente, no encontré dónde esconderlo… Ni quizá quiero.

¡¿Cómo?! ¡¿Cómo lo conseguiste?!

Si nunca lo sé, puede que forme parte de ese sueño, que en el fondo (y en la superficie), no quiero que termine. ¿Masoquista? Quizá……. ¿Vosotros qué pensáis?

Quizá solo yo.

Quizá solo yo.

Y de nuevo esos escalofríos acompañados de nauseas con nombre propio. Uno que había olvidado, o eso pensaba, hace meses. Pero no. Esa imagen cada vez más deslumbrante. Esos detalles que con toda seguridad solo veía yo. Esa… ¡Qué más da! Era y sigue siendo él. Ese siempre, que como su definición da a entender, no desaparece. En ocasiones se desdibuja, en otras se hace más llamativa. Pero siempre está de manera constante y sentida. Siempre presente en ese rinconcito de mi corazón cuyo espacio está ya reservado para la eternidad. Una, que por circunstancias, no se presenta como debería.

Me siento sobre la cama con los pies sobre el suelo. El frío de este me hace sentir más viva que en mis sueños imposibles. Oigo a mi concienza carcajearse de mí, pero no estoy dispuesta a dejarla ganar. Sé lo que sentí en aquel momento y que aún ahora está presente corriendo por mi torrente sanguíneo, alocado buscando un hogar seguro donde refugiarse de todas las opiniones que cada vez son más sempiternas y nada ajenas. Su origen está en mi interior, soy mi peor demonio y el peor cadáver de mi armario. Lejos de sentir la muerte y el olvido, está más vivo que mi cuerpo y mentalidad. Observo la vida de quien me rodeo y la siento plena. Desde fuera, sí. Pero plena, ¿por qué si no es así saben demostrar lo contrario sin lugar a dudas?

Arrugo la nariz. Me froto la cara y ya en pie el blanco de la pared frente a mí parece sonreírme. Un lienzo donde poder dibujar un nuevo día. Libre de todas las ensoñaciones nocturnas que me atormentan. Me dirijo a la cocina donde enciendo la cafetera. El sonido del goteo cayendo dentro del recipiente me renueva aún sin haberlo saboreado por mis papilas gustativas. Cuando termina de hacerse el café y extraigo su contenido y este cae sobre los azulejos de manera estridente. Me asusto y me echo hacia detrás.¡Qué sorpresa! El día de hoy va a tener el mismo dibujo oscuro sobre la pared que los días anteriores. ¡No! ¡No voy a rendirme frente a las circunstancias! Mis sueños igual seguirán siendo sus besos sobre mi piel, sus manos en mis cortornos, su mirada en la mía y viceversa. Seremos uno con la unión de nuestros cuerpos, una unión que lejos de sexo es un acto más profundo que eso; es complicidad, sentimiento, unión, destino… VIDA.

Quizá solo yo forma parte de mi vida. Quizá solo yo es lo verdaderamente. Quizá… solo yo.

Cada segundo

Cada segundo

El agua de la ducha caía sobre ella casi con violencia, y eso era justo lo que necesitaba. Se había marchado, estaría ya lejos y su momento había llegado a su fin demasiado pronto. Si hubiera aprovechado cada segundo…

Quizá no volvería.

El agua dejó de correr y entre el vaho de la minúscula ducha pudo leer en la mampara «Siempre te querré».

Quizá, sí volvería.