Sus dedos se enredaban con mis mechones. Y así, comenzaría un viaje que no parecía tener final. Años después, ese beso, esa mirada, esas manos…, seguían presentes como si hubiera pasado ayer, como si el tiempo se hubiera detenido. ¿Cómo era posible que un momento compartido siguiera presente en todo mi cuerpo y mi mente?
¡¿Cómo?!
Así, sin saberlo, una corriente eléctrica sin enchufes ni facturas de luz, entraba en mi vida para ser el punto de referencia desde donde se valorara un antes y un después. ¡Y vaya después! Soñar era un suplicio sabiendo que nunca podría ser real, que las bifurcaciones de ambos iban en direcciones contrarias, tanto, que desconocía si para él era solo un recuerdo, o eso que pasó en aquel momento de aquella época. Me negaba a ser solo eso, una reminiscencia, una muesca, un eso que pasó. Pero aquel pensamiento era creado por mi mente, no el corazón, ese que palpitaba más fuerte y rápido cuando pensaba en aquello; cuando veía sus señales de vida por alguna red social de todas las que hay. Quizá no pasó, ¿o eso es otra estratagema de mi mente en su intento de salvarse a tiempo de un barco que se hunde sin remedio ni vuelta atrás… Y de nuevo ese atrás, pero ¿no es de eso de lo que se aprende? Y lo aprendí de ti, de nuestro momento, de ese que quedó grabado a fuego sin poder evitarlo.
Pero tú sí lo evitaste; que fuera más de lo que en realidad fue. Conseguiste guardarlo en un pequeño recodo de tu mente, al que solo accedes, cuando lo necesitas o tienes tiempo. Mientras que yo siempre lo tengo presente, no encontré dónde esconderlo… Ni quizá quiero.
¡¿Cómo?! ¡¿Cómo lo conseguiste?!
Si nunca lo sé, puede que forme parte de ese sueño, que en el fondo (y en la superficie), no quiero que termine. ¿Masoquista? Quizá……. ¿Vosotros qué pensáis?