Platónico

Platónico

Una noche como otra cualquiera, de esas en el sofá frente a la tele sin ver lo que se emite, más centrada en lo que discurre en bucle en tu cabeza; que si la soledad a los treinta, que si los amigos que son más conocidos que otra cosa, que si bla bla bla… Todo junto y nada resuelto. ¿Os suena? Esa treintena a la que todos aluden y aceptas con miedo, más si no hay relación estable que evite los comentarios en reuniones familiares de «¿y tú aún sin pareja? Se te va a pasar el arroz». Ni que supieran ellos el tipo de pareja que necesitas, igual no es esa de las películas de los noventa. En esas estaba cuando una notificación despertó a mi móvil.

—¿Qué haces?

Wow, el chico más interesante de mi time line. En mi pecho palpitaba el corazón, el torrente sanguíneo corría veloz como si no hubiera un mañana, y no digo nada de lo que ocurría más hacia el sur.

—Pues aquí aburrida viendo la televisión —Menuda respuesta tan lúcida y elaborada, ¿eh?

—Imagínate yo que mañana entro a trabajar a las cinco de la mañana.

—¿Qué haces que no estás en la cama durmiendo?

—¿Quién te dice que no esté en la cama?

Ufff, no puede ser. ¿Eso que leo es un tonteo?

—Y entonces, ¿qué haces que no duermes?

—Adivina.

Me pongo derecha, como si sirviera para algo antes de contestar.

—Se me dan mal las adivinanzas, ¿pistas? ¿Fotos?

Acto seguido recibí un archivo que no pensé ni dos veces en descargar, así que lo hice. Craso error. Los minutos pasaban de manera muy pero que muy lenta hasta que por fin el archivo estaba en mi móvil. Ahí sí pensé, tragué y respiré de manera acelerada. No lo podía creer, era de verdad, nada de bots, pero ¿y si no era de él la imagen que tenía entre manos? Vete a saber si era de un amigo, o peor aún, de un enemigo. «Deja de pensar, por Dios», me decía creyendo que aquello fuera verdad. Otro mensaje.

—También te digo que no soy fotogénico, gano más en persona.

¿Eran excusas lo que leía? Daba igual, no podría comprobarlo de ninguna manera, así que de perdidos al río. Y así es como empezó todo…

Con la tontería pasaban las semanas, los meses y hasta los años. Había meses que no sabía nada de él hasta que un buen día me propuso vernos. De nuevo el pecho palpitaba, el torrente sanguíneo corría veloz como si no hubiera un mañana y más al sur todo se estremecía sin control. ¿Cómo iba a decir que no después de tanto tiempo deseándolo? Solo se vive una vez, así que accedí. Cuando llegó el día estaba aterrada, inquieta, histérica… Y por fin me encontraba sentada en uno de los bancos del paseo marítimo con la brisa acariciando mi cara cuando vi una silueta acercándose. ¡Y vaya silueta! Delgada, alta y apetecible. Cuando estuvo lo suficientemente cerca pude observar sus hombros fornidos y una sonrisa medio traviesa medio tímida.

—¿Claudia? Por fin —sonrió al ver cómo yo asentía con la cabeza levantándome.

Según andábamos mi pecho amenazaba con salir de mi pecho y mis piernas flaqueaban pidiendo auxilio. Gracias a Dios me preguntó si tomábamos algo, pero no sé que hubiera sido peor. Entramos en un chiringuito y al terminar aún los nervios me recorrían, debía notarse más de lo que esperaba porque cuando una callejuela se cruzo con el paseo marítimo me empujó con suavidad a ella. Me vi sola sin nadie alrededor, contra la pared y muy cerca de su cara, tanto que nos respirábamos uno a otro. ¡Vaya labios carnosos! ¡Vaya manos grandes que me estrechaban con fuerza! Cuando el tiempo se paró vi cómo su boca se acercaba a la mía de manera lenta. Cuando nuestras lenguas se conocieron dejé de pensar al fin y quise devorarle ahí mismo. Puse mis manos en su cintura con vigor y el respondió abrazando mi cuello y mirándome con deseo. Un deseo que sentí en su entrepierna cada vez más en contacto con mi cuerpo. Imaginaros cómo reaccionó mi sexo al sentir esa dureza por mí. ¿De verdad aquella relación virtual se había convertido en algo real?

—Siento no poder llevarte a otro sitio y no tener tiempo para hacerte mía —jadeo de manera entrecortada en mi oído—. Solo dame tu número y en cuanto pueda repetirlo te llamaré.

¿Creéis que llamó? Ni de lejos, solo mensajes cada mucho tiempo que me hacía sentirlo como un amor platónico que nunca se podría materializar…

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